Soy la dueña de mi vida, de mis decisiones, y seré mamá (si quiero) cuando esté lista”. Y eso, amiga, es poder.

Hoy en día, el mundo va a toda velocidad, y muchas chicas jóvenes están enfocadas en sus estudios, sus carreras o simplemente disfrutando la vida sin pensar tanto en ser mamás (¡y está perfecto!). Pero, ¿qué pasa si más adelante decides que sí quieres tener hijos y te das cuenta de que ya no es tan fácil? Es aquí donde entra la preservación de la fertilidad, una opción que te da el poder de elegir cuándo quieres ser mamá, sin que tu cuerpo o el tiempo decidan por ti.
Congelar óvulos, por ejemplo, es un tratamiento que permite guardar tus óvulos en el mejor momento de tu fertilidad para usarlos cuando tú quieras, ya sea en unos años o incluso más adelante. Es como tener un plan B que te da tranquilidad y, sobre todo, el control sobre tu futuro. Porque la realidad es que, a medida que pasa el tiempo, la cantidad y calidad de los óvulos disminuyen, y esto puede hacer que tener hijos sea más complicado o incluso imposible.
Tomar esta decisión no es algo que te limite, sino todo lo contrario: te da más libertad. Es un paso de empoderamiento, de pensar en ti misma, en tus sueños, en tus posibilidades. No se trata de meter presión ni de decir que tienes que hacerlo ya, pero sí de informarte, de saber que existe esta opción y que puedes tomar el control de tu fertilidad en tus propios términos.
Si decides hacer el tratamiento, no solo estás cuidando tu salud y tus opciones, sino que estás diciéndote a ti misma: “Soy la dueña de mi vida, de mis decisiones, y seré mamá (si quiero) cuando esté lista”. Y eso, amiga, es poder.
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